martes, 26 de abril de 2016

ÁLVARO Y SILVIA, DE ABEJAR Y NAVALENO, POR TIERRAS DE CHILE Y DE BOLIVIA


Álvaro y Silvia, de los pueblos sorianos de Abejar y Navaleno, están en Chile y la semana pasada se escaparon por tierras de Bolivia. Así fue su experiencia (muchas gracias por contárnosla):
“Nuestra aventura comenzó en San Pedro De Atacama (Chile), llegamos allí el lunes por la noche, es un pueblo muy turístico, lleno de hostales, restaurantes, tiendas de artesanía, agencias de viajes y muchísima gente joven aventurera… (sus perros y sus flautas).
Estas agencias están preparadas para realizar distintas rutas a los turistas, hay mucha competencia por lo que hay que mirar bien para poder encontrar un buen precio.
Hay que madrugar
El primer día de madrugada, a las 4.30, hicimos la primera excursión, llamada Geisers del Tatio, un campo de geisers a unos 4.200 metros de altitud, en el cual pasamos mucho frío! Vimos el amanecer, nos dieron un pequeño desayuno, nos bañamos en unas termas de origen volcánico y nos explicaron la variedad de flora y fauna existente en dicho lugar.

A las 12 de la mañana aproximadamente volvimos al hostal y a las 4 teníamos contratada otra excursión al Valle de la Luna.
Aprovechamos el tiempo que teníamos para buscar la ruta que teníamos pensada hacer hasta Salar de Uyuni (Bolivia) el día siguiente, lo cual no fue nada fácil, debido a la cantidad de agencias que hay y los malos comentarios que teníamos de alguna de ellas. Al final nos decidimos por una (regateando el precio, como es común allí).
Por la tarde salimos a la siguiente excursión, Valle de la Luna, un sitio espectacular, montañas y valles donde vimos el atardecer.
La mañana siguiente un autobús nos vino a recoger para llevarnos a la frontera, donde nos recogió un 4×4 y empezó la aventura por Bolivia (cuatro días).
Tuvimos mucha suerte con la agencia y el chófer ya que desde el primer momento todo fue perfecto, desde los lugares visitados, las explicaciones, la comida…

Íbamos con otras cuatro personas, dos jóvenes alemanes, una chica italiana y su novio mexicano.
El primer día durante la mañana tuvimos muchas paradas:
-Laguna Blanca
-Laguna Verde
-Desierto Dalí
-Aguas termales, donde nos dimos un baño por 6 bolivianos (80 céntimos de euro)
-Geisers del sol de mañana
Llegamos al ‘hostal’, más bien refugio, un lugar con las necesidades básicas, para dormir y poco más, a 4.700 metros de altura. Allí la mujer propietaria nos ofreció la comida, la verdad que nos sorprendió la calidad y la cantidad, teniendo en cuenta el lugar en el que estábamos, un sitio en el que solo tuvimos luz durante dos horas y gracias a un generador.
La Laguna Colorada y hojas de coca
Por la tarde, visitamos la Laguna Colorada, otra de las muchas lagunas altiplánicas de la zona.
Volvimos al hostal donde nos esperaban con un mate y pastas (también hoja de coca que nos ofreció el chófer durante todo el viaje para que no nos encontráramos mal para la altura, es muy común allí tomar infusiones de coca) para la merienda poco antes de la cena.
Una de las chicas que viajaba con nosotros debido a la altura se empezó a encontrar mal, pero el chófer en ese caso supo cómo reaccionar ofreciéndole oxígeno y una infusión de alguna hierba típica de allí.
El segundo día salimos como a las 7 de la mañana, fue una mañana en la que conocimos muchísimos lugares (árbol de piedra, desierto Siloli, lagunas altiplánicas, mirador del volcán Ollagüe…).
Perder un poco de altura
Para comer bajamos un poco de altura para estar más cómodos ya que llevábamos dos días por encima de los 4.000 metros. El chófer nos llevó a un lugar precioso, una pequeña laguna con flamencos (muy típicos de la zona) y otra vez nos sorprendieron con su gastronomía.
Después de comer, camino al hostal de Sal donde pasamos la noche, hicimos una parada para ‘arrear’ llamas, ganado típico de los pueblos de esta zona, lo cual se salía del plan pero estuvo muy divertido.
Como a las 7 de la tarde llegamos al hostal de Sal, un pequeño lugar totalmente construido con bloques de sal, las habitaciones no estaban mal (teniendo en cuenta el día anterior), baños compartidos, una ducha 10 bolivianos (1,20 euros). Unas vistas preciosas del Salar de Uyuni.
Allí cenamos en grupo y nos obsequiaron con una botella de vino de la zona.
El tercer día salimos a las 5 de la mañana aproximadamente para llegar al centro del salar a ver el amanecer, algo totalmente recomendable, ya que es impresionante.
Cactus en mitad del Salar de Uyuni
Nos hicimos fotos, paseamos… y visitamos la isla Incahuasi (llama la atención por la cantidad de cactus que hay en ella así como por estar situada en medio del salar).
Al bajar de la isla el chófer ya nos tenía preparado el desayuno en unas pequeñas mesas hechas de sal. Después de desayunar fuimos a hacer fotos ‘artísticas’ en el inmenso salar (12.000 kilómetros cuadrados, el más grande del mundo).
Cuando nos quisimos dar cuenta había llegado la hora de la comida, paramos en el Museo de Sal, donde desde 2014 también se ha convertido en sitio destacado por su paso del Rally Dakar.
Una huelga para poder beber agua
Una vez terminamos de comer pusimos rumbo a Uyuni. Tan solo teníamos una parada programada, en Colchani, un pequeño pueblo de artesanos que se ganan la vida vendiendo a los turistas, al llegar nos encontramos con todo cerrado y tras preguntar a la única mujer que allí quedaba nos contó que había una especie de huelga, ya que no tenían suficiente agua para vivir y que todos los artesanos se habían ido a Uyuni, el pueblo mas grande de la zona, para hacerse oír y reclamar mas agua para vivir.
Llegamos a Uyuni, nos despedimos de nuestros compañeros ya que ellos seguían su viaje hacia La Paz (ya que los cuatro llevaban meses viajando y recorriendo el continente de Sur a Norte) y nosotros nos volvimos hacia San Pedro de Atacama. Hicimos noche en Villa Mar, otro pequeño pueblo, en un hostal muy muy básico. En España no lo llamaríamos ni siquiera albergues.
A la mañana siguiente a las 9.00 aproximadamente estábamos en la frontera con Chile donde nos recogió un autobús para llevarnos de vuelta a San Pedro De Atacama (40 minuots aproximadamente).
Allí decidimos pasar otro día más, ya que habíamos tenido poco tiempo para visitar el pueblo. Dedicamos todo el día a hacer compras de artesanía, visitar el pueblo, los restaurantes (los bares…).
Solo nos quedaba una excursión pendiente, Laguna Cejar, y después de mirar varias opciones decidimos ir en bici (ya que tan solo esta a 20 kilómetros). Es una laguna de agua salada en la que te cobran 15.000 pesos chilenos (20 euros aproximadamente) por bañarte, algo de lo que todo el mundo se quejaba porque parece abusivo. La única peculiaridad de esa laguna es que flotas en el agua debido a la gran concentración de sal.
Y aquí terminó nuestra aventura.
Entre las cosas que nos hayan llamado la atención en Bolivia, sobre todo es ver las condiciones en las que viven. Que te cobren por darte una ducha o por usar los baños, ya que para ellos una ducha de agua caliente es un lujo”.

Fuente y + fotos:  http://www.desdesoria.es/unlibrodelmundo/22-4-2016-alvaro-y-silvia-de-abejar-y-navaleno-por-tierras-de-chile-y-de-bolivia/


No hay comentarios:

Publicar un comentario